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HOMENAJE AL HISTÓRICO ANTIFASCISTA MARCELO USABIAGA | Historias y vidas que se reencuentran gracias a un reportaje

 

 

 

 

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Panorámica de la ponencia, nada más empezar. Marcelo junto a su mujer Bittori, | PHOTOS | Cedidas por Aitor Azurki

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Aitor Azurki

«En mi cumpleaños me regaló un cartoncito con dibujos, muy bonito, que ponía ‘zorionak'», relataba con absoluta devoción ayer, a sus más de noventa años, una arroatarra que en 1943 conoció a Marcelo Usabiaga cuando éste se hallaba preso en el Destacamento Penal de Arroa. Ella era una jovencita entonces, la hija del jefe de la estación de tren del Urola. Él, el oficinista o ‘escribiente’ -tal y como lo comenta Marcelo- del destacamento penal. Un grupo de más de cien presos republicanos obligados a trabajar para la dictadura como esclavos en Arroa Behea.

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La arroatarra que en 1943 conoció a Marcelo Usabiaga cuando éste se hallaba preso en el Destacamento Penal de Arroa.

Décadas más tarde, en el día de ayer, en la sociedad Ederki del municipio, aún recordaba la alegre nonagenaria aquellos instantes mientras observaba a nuestro luchador de 98 años con devoción. «Marcaste mucho. Las tenías a todas locas», comenta entre bromas otro vecino a nuestro comunista, subrayando lo que las mayores del pueblo dicen. «Era muy guapo», asevera ella. No en vano, entre los arroatarras también se encontraban los hijos de la difunta María -Maritxu para los del pueblo-, una baserritarra que fue ‘medio novia’ suya -tal y como nos lo contaba muchas veces Marcelo- y que incluso le visitó en la prisión de Ondarreta junto a su madre. Ahí estaban los hijos de Maritxu, encantados de conocer a Marcelo y recordando también cómo a su madre le encantaba andar en bici. «Solíamos andar en bici los dos, porque yo, como era el oficinista, solía ir a la farmacia de Zumaia en bici a por medicinas», recuerda.

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Marcelo Usabiaga habla a los presentes en el homenaje.

No en vano, la ponencia que impartimos ayer Marcelo y el que estas líneas escribe sobre dichos esclavos se tornó en un homenaje por todo lo alto. homenaje a Marcelo, a sus compañeros de fatigas -muchos de sus hijos se hallaban ayer allí- así como un homenaje a la memoria de un pueblo que no olvida. Además, días antes Marcelo había cumplido 98 años y lo celebramos ayer a lo grande: medio centenar de arroatarras -muchos venidos de Zumaia- escucharon atentamente durante casi dos horas a nuestro antifascista. Yo lo disfruté instante a instante, sereno, tranquilo, como se disfruta un regalo macerado en el tiempo.

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Una concejala de Zestoa -Arroa es territorio de este municipio- le hace entrega de una txapela ante los aplausos de Bittori, esposa de Usabiaga, también nonagenaria.

Para mí, la tarde de ayer fue mágica, especial, de las que uno jamás imagina que sucederá cuando se coloca delante del folio en blanco antes de comenzar a escribir unas letras, un texto que finalmente se transformó en este reportaje: http://www.hirian.com/2014/06/12/el-preso-que-se-fugo-de-arroa/

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Usabiaga muestra la portada de Hirian, reportaje de Aitor Azurki que encendió la mecha para el homenaje al comunista.

Un texto que me empeñé en sacar a la luz, pese a la negativa del primer diario con el que lo tenía concertado publicar: meses de espera sin respuesta, de llamadas sin contestación clara, de incluso un ‘rifirrafe’ político-histórico para, finalmente, con valentía, sentido común y miras al futuro, la revista Hirian publicarlo en portada sin yo saberlo. ¡Qué ilusión! La lucha por publicarlo fue larga, dura, pero mereció la pena: de aquel texto, esta ponencia, organizada por los vecinos de Arroa, movilizados tras leer el testimonio de nuestro Marcelo. Encendimos la mecha; y la pólvora ya ha comenzado a arder.

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Marcelo Usabiaga, entre los dos hijos de Maritxu, la baserritarra de Arroa que tanto recuerda nuestro protagonista.

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