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104 AÑOS | Fallece Agustín Iza, decano de Iurreta y Durango que se hizo su primer análisis de sangre con 100 años

I. Gorriti

El hombre decano de Iurreta y Durango falleció ayer a los 104 años. Agustín Iza Sarrionandia era viudo de Teresa Etxebarria. La basílica de Santa María de Uribarri acogió a las siete de la tarde los oficios funerales cristianos por su persona.

Agustin Iza

Agustín tenía 103 años y está acompañado por sus cinco biznietos: Izaro, Irantzu, Paula, Martín y Peio. | PHOTO | Archivo familiar

Iza nació el 3 de mayo de 1910 en el barrio de Oromiño, por lo que en cuatro meses hubiera cumplido 105 años. Estudió en la escuela de barriada de este distrito municipal. Con solo 12 años entró a trabajar en unas obras de canalización de aguas. Era quien surtía, precisamente, de agua a los trabajadores.

Al poco tiempo, se trasladó a trabajar a Bilbao, a una empresa de baldosas y construcción de unos tíos. Durante la guerra, trabajó como cocinero en el colegio de Salesianos. Al finalizar la contienda, emprendió con una firma propia de transporte al tiempo que continuó colaborando con sus tíos.

El servicio militar le envió a la marina en Galicia. En un viaje, su barco tuvo que repararse en Cádiz. En aquel momento, el capitán decidió que la siguiente labor de Agustín fuera a trabajar a su casa de Madrid, como jefe del servicio.

Al poco tiempo, Agustín volvió a Bilbao, a pesar de que la familia del capitán le pidió que se quedase. A su regreso, Iza contrajo matrimonio con Teresa Etxebarria, de Oromiño. Continuó con su trabajo de transportista en Bilbao -llegaron a tener cinco camiones trabajando para la cantera de Basurto- y dieron al mundo una hija: Mari Carmen, quien contrajo matrimonio con Rafa Urien.

| JUBILACIÓN EN DURANGO | A la hora de la jubilación, el matrimonio afincó su residencia en Durango, junto a la familia de su hija. Su pasión era una huerta en Zuhatzola, junto al cementerio de la villa. Hasta allí subía a diario a las siete de la mañana hasta que cumplió 98 años cuando comenzó a decir a los suyos que «no sé por qué me canso un poco», sonríe la familia al contarlo.

Aún así, salía con más de cien años a la calle. A las tres de la tarde no faltaba a la partida de tute o mus en el Hogar de Personas Mayores de Durango. Agustín había enviudado hace dos décadas y aunque ya centenario, cuando llegaba a casa por la noche, él era quien quería cocinar su cena.

La familia y amigos le recordarán siempre como un hombre «muy responsable, que decía haber llegado tan mayor por trabajar mucho y con una curiosidad: su primer análisis de sangre se lo hizo cuando cumplió 100 años».

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