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EFEMÉRIDES DE UNA INFAMIA | Se cumplen 79 años del golpe de Estado militar que acabó en Guerra Civil y dictadura franquista

I. Gorriti

| La rebelión contra la legítima Segunda República comenzó un día antes en el entonces Protectorado Español en Marruecos

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Cartel de la época del POUM.

Hoy se sumplen 79 años de la sublevación militar que derivó en guerra civil. El golpe de Estado promovido por mandos del ejército comenzó el día anterior, el 17 de julio de 1936, en el denominado Protectorado Español en Marruecos, concretamente en Melilla.

Al día siguiente llegó a la península. Denominado por algunos, como «pronunciamiento», la sublevación rebelde dirigida contra el Gobierno legítimo de la Segunda República Española fue un fracaso, por lo que acabó en guerra civil.

Una vez derrocado el Gobierno legítimo, el establecimiento del régimen franquista se mantuvo como poder totalitario hasta cuatro décadas después, 1975, año en el que murió el dictador Francisco Franco.

Desde meses antes de julio de 1936, algunos historiadores apuntan que desde que el Frente Popular ganó las elecciones parlamentarias del 16 de febrero, el general exiliado en Portugal por un intento de golpe de estado previo, Sanjurjo, preparaba con media docena de generales y coroneles la sublevación.

Unos investigadores colocaban al propio Sanjurjo -nacido en Iruñea- como figura visible al frente y otros apuntaban al general Mola. Estaban también en el grupo golpista Franco, Queipo de Llanos o Cabanella.

GERNIKA BOMBARDEO

Portada de la publicación Regards.

Al final, fue Franco quien acabó autoproclamándose el 1 de octubre de 1936, en Burgos, jefe del Estado español, ‘generalísimo’ de los ejércitos y tomó el título de ‘caudillo’. Con el tiempo, la rumorología destacó la ambición de Franco, a quien se le ha llegado a señalar y relacionar con las muertes de Sanjurjo en un accidente de avioneta, escasos días después del intento de golpe de Estado; el de Mola en 1937 y un año más tarde, el de su propio hermano, Ramón, en un suceso sin aclarar.

| Primera intentona | A juicio de Juan Barceló, de AGE (Archivo de Guerra Civil y Exilio), la «primera intentona» de golpe de Estado estaba prevista para el mes de abril, pero por «enormemente aventurera» fue suspendida antes de que fuera conocida.

A su parecer, hubo más intentos, pero los militares «no confiaban totalmente en los falangistas y carlistas», sopesa. En julio del 36, tras el asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo, los golpistas precipitaron la rebelión.

Francó voló al Marruecos español, Mola tomó Nafarroa y parte de Castilla, Queipo de Llanos se hizo con Sevilla y Sanjurjo moría días después en el despegue de su avión en la localidad portuguesa de Cascais.

Zaragoza y Galicia también cayeron en manos de los conspiradores. En Madrid y Barcelona, los civiles y militares leales a la legítima República trataron de controlar la situación; en Hegoalde -Euskal Herria sur-, Asturias y Valencia poco pudieron hacer los autoproclamados como nacionales.

Con todo ello: el golpe había fracasado, pero estallaría la guerra y tras ella 40 años de dictadura franquista. En Euskadi, aquel julio era puramente estival y el licenciado en Historia Iñaki Goiogana ilustra que en Madrid se estaba discutiendo el proyecto de Estatuto de autonomía que, «por fin, iba a procurar parte del autogobierno anhelado».

El investigador de Lekeirio agrega que Fortunato Agirre, el alcalde de Lizarra, denunció -al igual que diversos elementos frentepopulistas navarros-, que el general Mola se reunía en Iratxe con los tradicionalistas para ir contra la República.

Al mismo tiempo, los periódicos «más retrógrados» -califica- de la derecha ultramontana como El Siglo Futuro -publicación, que, curiosamente, propugnaba el retorno a siglos muy pasados-, imprimía en sus páginas fotografías del requeté vasco-navarro haciendo ejercicios militares en Urkiola (Abadiño), «pero nada de esto hizo variar la confianza que el Gobierno tenía en sus fuerzas de seguridad y armadas», analiza.

Francos

SUS CARAS | Los golpistas Franco, Vigón y Mola ordenaron los bombardeos de Durango sin miramientos ante la población duranguesa civil indefensa e inocente.

| Las potencias | Con el estado de guerra, las potencias internacionales fueron posicionándose. Italia, Alemania y Portugal enviaron armamento y hombres a África en apoyo de Franco, «único general al que sus colaboradores civiles le habían organizado relaciones directa con estos regímenes», valora Barceló.

El 25 de julio había ya aviones y pilotos italianos en Sevilla y ese mismo día, los enviados por Franco a la Alemania nazi fueron recibidos personalmente por Hitler, que encargó a Goering la ayuda al general español.

Se estima que en unos meses pisaron el Estado alrededor de 140.000 soldados italianos y 26.000 alemanes; alrededor de 100.000 soldados profesionales marroquíes y miles de legionarios durante los tres años de Guerra Civil.

Gran Bretaña se proclamó neutral, algunos historiadores estiman que por sus intereses bancarios y financieros -por ejemplo, minas- sobre suelo español. Francia «se plegó a los intereses británicos, y se mostró temerosa de su vecina, la Alemania nazi», agregan.

Solo la URSS y México se mantuvieron fieles al gobierno de la Segunda República. Así, desde octubre del 36 la ayuda soviética se materializó en armas, municiones, aviones, tanques e instructores. El pueblo también respondió: obreros y campesinos exigieron armas al Gobierno y salieron de sus casas a defender las libertades ganadas en los comicios.

Lo hicieron socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas vascos y catalanes… Los sindicatos también se echaron a la calle. Aún así, eran pocas tropas -e irrisorio armamento-, en comparación con los fracasados golpistas y sus apoyos internacionales.

El mismo 18 de julio de 1936 -hoy hace 79 años- comenzó la masacre cuando los golpistas fusilaron en Melilla al pamplonés Virgilio Leret, militar defensor de la República por no querer unirse a la sublevación.

A juicio, del profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de León, Javier Rodríguez, el régimen franquista estuvo entre los más represivos, fuesen democráticos, autoritarios o totalitarios, de la Europa del período de entreguerras y fue, «de hecho, el más asesino en tiempo de paz de todos ellos».

Según su estudio Las víctimas de la guerra civil en el espacio público. De la invisibilidad a la omnipresencia, Franco se valió de una guerra civil, prologada de una sangrienta fase de golpe de Estado, que sumaron, entre las filas vencidas, una cifra «altísima de represaliados, sumando asesinatos extrajudiciales, represión legal», prisión política, internamiento en campos de concentración, trabajo forzoso, exilio o depuraciones, bases de un solidísimo sistema de exclusión social.

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