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VIAJAR CON LEIRE GUEZALA DE MIER · Diario desde Gambia, la segunda Jamaica

Leire

Texto y fotos · Leire Guezala de Mier

· Leire Guezala de Mier (Durango, 1976) reside en Londres desde 1997 y trabaja como especialista en Educación de Danza Creativa

En Reino Unido, la comunidad afro-caribeña se refiere a Gambia como ‘The Second Jamaica’ (la segunda Jamaica). Muchos britànicos jamaicanos deciden prejubilarse o iniciar negocios en esta Costa del Oeste de África. Para algunos de ellos porque es más barato que retirarse o montar un negocio en Jamaica; para bastantes otros porque Gambia es un país muy pacifico, no como Jamaica donde entre la población civil hay un montón de armas y es peligroso moverse por cualquier lado.

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Tal es el contraste entre paz y violencia que hasta hay jamaicanos que se han mudado a Gambia desde el país caribeño buscando la paz y tranquilidad. Hay también muchos, que deciden mudarse de Reino Unido y Jamaica para poder cerrar el círculo de sus antepasados que fueron llevados a América como esclavos y poder así regresar a casa.

Brufut, el pueblo pesquero en el que vivo estas semanas es el sitio que mas población jamaicana tiene. De hecho yo estoy aquí visitando a una de esas jamaicanas que ha decidido mudarse al país africano y solo regresa a Inglaterra para evitar los cuatro meses que dura la época de lluvia.

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Bromeábamos días atrás con unos amigos gambianos y jamaicanos que Brufut Town algún día cambiará su nombre por Jamaica Town, ya que la aldea que pega con nuestro pueblo se llama Ghana Town desde que muchos residentes de Ghana se instalaron allí para trabajar como pescadores.

La música que más escuchan los gambianos es afro-beat, sobre todo de cantantes nigerianos como PSquare, Davido, Tamaya, Demaria y Harrisong. Pero la banda sonora estrella es el reggae. No hay gambiano que no escuche reggae a diario. Hay un montón de estudios de música en los que producen reggae local y es difícil salir de noche a tomar unas copas y encontrar un club en el que no pongan esta música.

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Hay muchos jóvenes que van más allá, se dejan rastas, fuman marihuana e intentan hablar patois entre ellos…

-«Yo wagaan my girl ….» «Wah da seh?»

-«Me de ya my brother», les contesto. Les encanta decir palabrotas en Patois… «Bomba clot», sobre todo. Hablan de Jamaica, el reggae y los jamaicanos como si fuera la tierra prometida. Les tienen en un pedestal.

La población media de turistas de temporada es viajeros de más 59 años. Se instalan aquí entre octubre y noviembre y marchan de vuelta a Europa entre finales de abril y mayo.

En Gambia empieza a apretar el calor por estas fechas de abril y pronto llegará la época de lluvias. Lo que más hay es británicos y la mayoría mujeres blancas buscando hombres jóvenes gambianos.

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Hoy hace un día desapacible. Tenemos más de 40 grados y mucho viento. En Gambia hay mucho polvo ya que sólo las carreteras generales están asfaltadas. Las demás están hechas de polvo y arena. Cuando se levanta el viento trae consigo el polvo. Te entra por los ojos, nariz y boca y se posa en tu piel y ropa.

El calor es bochornoso. Me recuerda a cuando estuve en Tindouf en los campamentos de refugiados saharauis llevando a cabo un proyecto de danza. Así que el plan para hoy como dicen aquí ndanka ndanka, slowly slowly, despacio, despacio. Fattoumata y yo nos hemos venido al modisto a que me coja medidas para hacerme ropa con telas que compré en Brikama días atrás. Fattoumatta está cosiendo a ganchillo un wrap tradicional de la zona. Para planchar utilizan las planchas que usaba mi abuela, las de metal que se calentaban con carbón.

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Lamin Lodge está situado en la parte sur del río Gambia, de agua salada ya que no es más que una entrada del océano Atlántico hacia el continente africano. Cuando hemos llegado hemos sido recibidas por dos monos bastante graciosos. De allí, nos hemos cogido un bote, y nos hemos ido a dar una vuelta por el río Gambia. Lo árboles del río se llaman mangros. Los locales los plantan ahí porque ayudan al ecosistema.

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En este caso, las ostras se pegan en sus ramas. Las mujeres son las encargadas en salir en sus barquitas a recoger las ostras. Una vez recolectadas, las meten en unos cubos y las ponen al calor. Tras unas horas, las abren y sacan la carne. No las comen crudas. Las fríen con cebolla y especias o cuecen en una salsa de tomate.

Las cascaras las amontan en montículos y las dejan secar tres semanas. A continuación, las queman junto con madera y las cenizas las mezclan con arena. De esa mezcla obtienen el material para hacer ladrillos e incluso para ser utilizado como pintura. ¡Increíble!

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Los hombres cavan pozos para obtener agua dulce y así ella poder trabajar la huerta. En Gambia por nada que hagas un agujero en la tierra, te sale un pozo. Una pena que no esté mejor aprovechado este recurso.

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En una de las islitas en Lamin Lodge nos encontramos con el árbol del algodón. El año pasado ya vi unos cuantos en Albreda, cuando fui a la isla de Kunta Kinteh. Cuando el árbol es joven, el tronco echa unas espinas para defenderse de que no le dañen. Cuando crece toma una gran envergadura. Le llaman el árbol elefante.

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Algunas de las ramas tienen la forma del perfil de un elefante. Da unos frutos de donde se saca el algodón. Es tan grande que hasta se puede entrar a su tronco y sentarte dentro en un banco. Allí dentro del tronco me cuentan que en la época de lluvias, las mujeres llevan a secar el arroz que han cosechado.

Pero algo más se esconde en relación con este árbol. Es tradición entre los gambianos de todas las tribus hacer la circuncisión a los niños cuando tienen unos siete años. Se le les lleva a sitios como este árbol y se deja a los niños conviviendo durante tres meses con hermanos, vecinos, familiares y los hombres que realizan la circuncisión. Durante esos tres meses, se enseña a los niños modales y cómo deben respetar a sus mayores.

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A los padres nunca les pueden llamar por su nombre, y a sus hermanos tampoco. Si la madre quiere visitar durante esos tres meses a su hijo deberá pagar un dinero por pasar un tiempo con su hijo. Incluso le pueden negar verlo. Al finalizar los tres meses, realizan una fiesta por todo lo alto. «Es una pena» -me dicen- «que ésta tradición se esté perdiendo». Ahora la mayoría de la gente lleva a los niños al hospitales cercanos a realizar la circuncisión. Es sólo en las provincias (zonas rurales), sobre todo en la zona Norte, donde se sigue llevando a cabo este rito.

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

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