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Storm publica ‘Over the bridge’, estimulantes canciones para la contorsión personal

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Mugalari

El grupo de rock de Durangaldea Storm ha parido un nuevo disco. El primero, o podría ser el segundo teniendo en cuenta aquel que firmaron como Zebel. No hay como darle al play y dejarse llevar, sentir… escribir.

El disco arranca con una nueva tarjeta de presentación. Storm da un paso más allá en su sonido. ‘Over the bridge’ es todo un potencial single, un nuevo tiempo para mover el cuerpo y al mismo tiempo un espectro sonoro más lineal en todo el nuevo álbum, algo que no sucedía en el primero de la banda de Durangaldea bajo el nombre de Zebel.

La formación ha bajado los decibelios y la esencia se regenera. Es el caso de Wasting time, un tema muy elegante, reconfortable y dispuesto a invitarte a disfrutar con una melodía de quilates y unas voces de aplauso.

Con ‘The End’ tomamos rumbo a la guerra, a sonidos noventeros, y de nuevo a la agitación de los charles con orden de revolución.

El corte número cuatro es el más largo del digipack. Comienza con esas notas sueltas que ya son marca de la casa. La canción va ganando en coros, sin prisa, y explota. Se adormece y despierta acabando en tiempo de crossover.

Llegando al ecuador, se planta en los oídos ‘Musiktherapy’, con ritmo vacilón y wah-wah. La cita es en la zona de bailes. Las guitarras buscan su espacio, también el bajo. Vuelve la estrofa medio funk y el contorneo musical es terapéutico, un single que debieran conocer las emisoras de radio. ‘Get up, stand up, for your rights’.

‘No means no’ tiene claro significado contra las agresiones machistas. La melodía es tan enigmática como vibrante y sensual.  El binomio bajo y batería se muestran  esperando su momento y la canción acaba trotando, un recurso que en directo gana al disco. La canción por momentos es grunge.

STORM

El láser llega a ‘Tears’, una balada en la que la que Jo aprovecha con tino a interpretar toda su riqueza vocal, a arriesgar, a demostrar que su mente tiene infinitas horas de vuelo de escuchar música. Los coros vuelven a sorprender a la audiencia. Las guitarras se muestran más sencillas para propulsar potencia.

A continuación, Storm te invita a subirte a lomos de ‘F.s.a.’ y a gritar a una «¡hey, hey!». Alta tensión.

En ‘Wings’, Jo comienza disfrutando vocalmente lo que se nota, como si estuviera grabando con la banda en directo. De pronto, de nuevo experimentan y crecen en perspectiva.

Más de cinco minutos para ‘ My weakness’. Llegados aquí el sonido Storm queda muy claro. Todas las canciones tienen comunes denominadores que se agradecen y al mismo tiempo siempre sorprenden los giros que toman tanto estrofas como estribillos.

Y cierra ‘Storm’. Se ha escrito tanto sobre esta deliciosa, inspirada, tierna canción que merece apagar los altavoces ponerte unos auriculares de calidad y aprender… aprender a volar, a ser tormenta: te llames Ekaitz, Carlos, Jo, Sergio, Alberto, Ander, Peio, Marta, Liher, Uxue, Libe, Iñaki, Susana o Araitz.

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