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‘El peso de mi cruz’, por el durangués Xalbador del Arco

XAlbador

Xalbador del Arco

 

· Xalbador del Arco es un durangués residente en Madrid

Nací en Durango hace 36 años. El monumento más importante de mi pueblo es la cruz de Kurutziaga. Es un crucero erigido en el siglo XV, de estilo gótico y que ostenta la categoría de Monumento Histórico Artístico. Se cree que su simbolismo está relacionado con la herejía que sacudió Durango en esa época. Esculpida en piedra arenisca oscura, se muestra repleta de imágenes que representan el pecado y el castigo; la Iglesia y el evangelio; y la salvación y la esperanza.

El museo donde se exhibe la cruz -Kurutzesantu Museoa- está ubicado en la antigua ermita de la Vera Cruz, a unos 300 metros de mi casa.

MUSEO-CRUZ-KURUTZIAGA-copia

La cruz original en Kurutzesantu Museoa, Durango. · PHOTO · I.G.

Desde hace más de 10 años vivo en Madrid pero cuando vuelvo a Durango me gusta visitar este museo, inaugurado en 2010. Allí, la cruz, de 4 metros y medio de altura, luce esplendorosa y puede ser contemplada desde todos los ángulos y perspectivas. En mi última visita supe que existía una réplica de la cruz en la Casa de Campo de Madrid, muy cerca de donde vivo en la actualidad.

Así que a mi vuelta a Madrid y tras algunas investigaciones, y con la inestimable ayuda de Miriam, la guía del museo, finalmente pude saber el lugar exacto donde se creía que se ubicaba esta réplica. Era el Currito, restaurante especializado en cocina vasca y que desde su apertura en 1975 se convirtió en uno de los referentes de la gastronomía madrileña. Allí acudían habitualmente numerosas personalidades, entre ellas el rey emérito Juan Carlos I, que celebró en este lugar la última cena antes de abdicar.

Sin embargo, coincidiendo con esta celebración el Currito vivía también los días finales de su reinado. El restaurante cerró definitivamente sus puertas en 2014 afectado por las medidas que aislaron a la Casa de Campo y que dieron al traste con el Paseo de la Gastronomía, hoy desolado tras el cierre de otros cuatro restaurantes. Desde entonces está abandonado y parece congelado en el tiempo, envuelto en el aire decadente que impregna toda la Casa de Campo.

Así que hacía allí me dirigí hace unos días con la incertidumbre de saber si encontraría la cruz. Llegué a la puerta del restaurante, por el que tantas veces he pasado en mis caminatas por la Casa de Campo, aparté la valla que impide la entrada y adentrándome unos metros en el patio pude vislumbrar la cruz a lo lejos, escondida tras la maleza y los restos de sillas y mesas acumulados. En ese momento comprobé como a pesar de vivir en Madrid sigo teniendo la cruz a 300 metros de mi casa.

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Cruz de Kurutziaga en Madrid. · PHOTO · Xalbador del Arco

Las interpretaciones más católicas de esta casualidad dirían que es el peso de la cruz con el que tendré que cargar allá donde vaya por los pecados cometidos. Yo, ateo convencido, prefiero inclinarme por pensar que es el destino que me ata a mi pueblo. Esto significaría que he podido distanciarme físicamente de mi familia y de mi pueblo pero no así de la cruz, lo que podría condicionar mis movimientos en el futuro.

Si debo vivir siempre cerca de la cruz las opciones se reducen, ya que además de la del Currito se conocen otras dos réplicas; una en el cementerio de Portugalete y otra en el museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco de Bilbao. Así que si damos por buena esta teoría y queréis localizarme dentro de unos años, es muy probable que me encontréis en un radio de 300 metros en torno a alguno de estos lugares, cargando con el peso de mi cruz.

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