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…y los golpistas españoles ‘católicos’, alemanes nazis y fascistas italianos bombardearon hoy hace 82 años al pueblo de Durango

· Dos curas que celebraban misa y más de una docena de monjas perecieron hoy hace 82 años en el ataque aéreo fascista de la villa vizcaina que acabó con el 5% de la población

El quinto mandamiento de quienes abrazan la religión cristiana es No matarás. Este domingo se cumplen 82 tristes años del bombardeo aliado en el que tres estados antidemocráticos masacraron la villa de Durango: la España militar golpista de 1936, la Italia fascista y la Alemania nazi. «Las fuerzas aéreas atacarán sin consideración de la población civil», dejó ordenado con saña el coronel Vigón, tras firmar su compañero Franco las operaciones el 21 de marzo de 1937.

El cadaver del jesuita Villalabeitia en el cementerio - Fundación Sabino Arana

El cadáver del jesuita Villalabeitia en el cementerio de Durango. PHOTOS. Sabino Arana Fundazioa, Archivo Municipal de Durango y Gerediaga Elkartea

De ese irracional modo, con 281 bombas y numerosos cazas ítalos ametrallando, asesinaron a, al menos, 336 personas de todas las edades. Ejecutaron a habitantes de los dos bandos de la Guerra Civil. Los proyectiles no hicieron distinción entre molistas y republicanos. Es más, como el propio jefe del estado mayor de la Legión Cóndor, el nazi Wolfram von Richthofen recogió en su diario, «es como si las bombas hubiese buscado precisamente las iglesias». Y así lo fue y en un instante sagrado: a la hora de comulgar. También fueron destruidas 285 casas.

En las iglesias, perdieron la vida numerosos fieles católicos y también sacerdotes y monjas. Es el caso del asturiano Carlos Morilla en la parroquia de Santa María de Uribarri, de Rafael Villalabeitia en San José Jesuitak y de más de una decena de agustinas en la iglesia Santa Susana del convento Santa Rita. Otros religiosos también fueron protagonistas aquellos días por diferentes curiosidades. Así lo narran el investigador iurretarra Jon Irazabal Agirre- y el responsable del Archivo Municipal de Durango, José Ángel Orobio-Urrutia. Ambos citan a curas de la villa vizcaina como Miguel de Unamuno -no confundir con el famoso literato bilbaino-, José Echeandía o José Dañobeitia.

Ertzañas con CARLOS MORILLA

‘Ertzañas’ con el cura Carlos Morilla en la bombardeada Santa María de Durango. Sabino Arana Fundazioa, Archivo Municipal de Durango y Gerediaga Elkartea

Poco se ha escrito sobre esta comunidad religiosa bombardeada precisamente por el bando que lanzó un órdago a la legítima Segunda República y que se postulaba como «cristiano, apostólico y romano». Carlos Morilla Carreño ha sido el más conocido. Incluso en prensa internacional se le citaba como el sacerdote que murió bajo las bombas mientras alzaba la forma sagrada en Santa María de Uribarri.

Lo que no citaban es que llegó a Durango gracias a su hermano Guillermo Morilla que, como aporta Orobio-Urrutia, era el «notario» del municipio y miembro del partido Izquierda Republicana. «Llegó a representar a Bizkaia en actos de Madrid», subraya Irazabal quien detalla que «vino a Durango por tranquilidad. Los curas en Asturias no lo tenían fácil». La localidad vizcaina en 1936 era carlista con Adolfo Uribasterra como alcalde con un equipo  de ocho concejales en el Ayuntamiento. El resto eran 3 ediles del PNV y dos del Frente Popular.

FERIA LIBRO Y DISCO VASCOS

Jon Irazabal. RETRATOS. Iban Gorriti

«En un documental que hicimos en Gerediaga -habla Irazabal- grabamos al monaguillo que quedó sepultado entre los escombros junto al cura, Rafael Cuevas. Decía que tras el bombardeo rezaron un rosario juntos hasta que el sacerdote dejó de hablar». El Gobierno vasco editó una revista con una imagen de aquel monaguillo como portada.

El gobierno franquista de Durango, más adelante, elaboró un informe sobre Guillermo Morilla en el que le citaba como Presidente del Comité de Durango afecto al Frente Popular que en Bilbao ocupó un alto cargo. Hacían referencia a que había sido designado asesor jurídico de la Consejería de Abastecimiento y Comercio de Ramón Aldasoro. «Orientador de todos los partidos políticos izquierdistas de la villa; director de todo movimiento antifascista y no se hacía nada sin contar previamente con él. De una conducta muy mala políticamente y muy peligroso hacia el Glorioso Movimiento Nacional”, detallan documentos del Archivo Municipal de Durango.

La figura de Rafael Villalabeitia Maurolagoitia, muerto en la iglesia de San José, está sin estudiar. Se sabe que fue sepultado en el panteón de los jesuitas de Durango, restos de 27 religiosos que estos días se han exhumado y reposan ahora en Loiola. Algunas fuentes, por su parte, aseguran que no quedaban religiosos ignacianos tras ser expulsados por la República en 1932.

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El jesuita Koldo Katxo. PHOTO. Iban Gorriti

Consultado al respecto, el superior de la comunidad de Durango, Koldo Katxo, confirma que «sí era jesuita. Tras la expulsión, algunos fueron acogidos por las clarisas, es decir, se quedaron aquí de forma clandestina. Villalabeitia fue uno de ellos». Katxo apostilla que en una lista de fallecidos del bombardeo leyó que se citaba «además a un hermano jesuita». Aunque ya no queda constancia de ello en el cementerio de Durango, la fecha de enterramiento de Villalabeitia «era incorrecta», recuerda Irazabal.

Otro cura recordado del bombardeo es José Dañobeitia. Fue quien procedió a recuperar las formas sagradas y cálices tras el bombardeo. Una fotografía muestra cómo algunos hombres las custodiaban a la altura de la actual biblioteca municipal de Komentukalea. «Don José fue a por las formas y le pararon los pies porque iba vestido de civil debido a que era capellán militar, y solo los curas podían tocarlas. Al presentarse pudo hacerlo. Había acudido a Jesuitas a ver qué era de sus hombres porque el templo era también cuartel entonces», matiza Irazabal.

JOSE DAÑOBEITIA

Republicanos recuperan las formas sagradas de las iglesias bombardeadas. PHOTO. Sabino Arana Fundazioa, Archivo Municipal de Durango y Gerediaga Elkartea

Orobio-Urrutia agrega a la lista al cura durangués Miguel de Unamuno, capellán de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Tavira. «El segundo apellido aparece en algunos lugares como Ereñaga y en otros como Erleaga», detalla. Del bando golpista, fue fusilado por los republicamos el 4 de enero de 1937 en Larrinaga, Bilbao.

libro

José Echeandía era carlista y párroco de Santa Ana de Durango, encarcelado el día 24 de julio de 1936 y puesto en libertad en abril de 1937. Escribió y publicó el libro ‘La persecución roja en el País Vasco, memorias de un excautivo’. «Se arrepintió de editarlo e intentó hacer desaparecer todos los ejemplares. Hacía la revista Tavira«, explica el archivero. Irazabal coincide con él. «Sí, ejemplar que veía lo compraba y lo quemaba».

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Alberto Barreña. PHOTO. Iban Gorriti

Otra curiosidad relacionada con la comunidad eclesiástica fue que el 31 de marzo los alumnos del colegio de Maristas acudieron al centro y las puertas estaban cerradas. Testimonios como el de Alberto Barreña lamentaban que los religiosos hubieran sido avisados del bombardeo y los niños quedaron desprotegidos.

MONJAS DE SANTA SUSANA BOMBARDEO DURANGO

Monjas bombardeadas. PHOTO. Sabino Arana Fundazioa, Archivo Municipal de Durango y Gerediaga Elkartea

Las religiosas de Santa Rita también conocieron la muerte. El rotativo Eguna comunicaba «la muerte de monjas agustinas de Santa Susana con plomo y echas pedazos, entre polvo, sin pies, sin manos. Sus inmaculados cuerpos llenos de sangre. Un total de doce monjas y su ayudante. El resto, vivas y heridas».

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La superviviente del bombardeo Paula Azcárate. PHOTO. Iban Gorriti

La duranguesa Paula Azcárate vivió con estas agustinas y aporta su testimonio vivo: «Dicen que en el bombardeo murieron 13 monjas, con la muchacha, Mari Bergara, pero no, fueron 17. Algunas por la tarde cuando escapaban. Las bombas cayeron en el convento sobre la zona de las monjas. Los gudaris allí acuartelados se libraron», concluye.

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