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Alfon, Mónica, Francisco… Yo solo quiero a mis “compas” libres

Iñigo Hermosilla

Iñigo Hermosilla

Primeras luces del día. Café caliente encima de la mesa. Abrir el periódico, y… ¡sorpresa! Leo las primeras palabras de un titular: Absuelven a Alfon… ¿Cómo? ¿Absuelto? ¡Pero si está en prisión! Sigo leyendo: «Absuelven a Alfon de la condena a un año de cárcel por «agredir» a dos policías”…  Ah, bueno… que resulta que la Audiencia provincial de Madrid absuelve de su condena a un año de prisión por supuesta resistencia a la autoridad y supuestas lesiones a dos policías nacionales durante su detención el 19 de junio de 2012. Lamentablemente parece que esa Audiencia no va a condenar a los agentes por la agresión a Alfon.

“Vaya, se hace justicia” podría decir alguna/o… pero nada más lejos de la realidad. Para quien no conozca el caso de Alfon, lo resumo a continuación:

En junio del 2012, Alfon junto a otras tres personas fueron detenidas por una supuesta agresión a dos agentes de la policía nacional que habían acudido a ayudar a agentes de la policía municipal que habían pedido ayuda tras detener un coche, supuestamente las tres personas que iban en el coche no querían bajar y estaban increpando a los agentes, al aparecer de la policía nacional los ocupantes del vehículo salieron del auto y agredieron a los mismos.

El 14 noviembre del 2012, Alfon es detenido por la policía nacional durante la jornada de huelga portando una mochila con un supuesto artefacto casero que podía causar daños. Tras su detención estuvo 56 días en prisión preventiva en régimen FIES (ficheros internos de especial seguimiento, un régimen que se aplica a presos potencialmente peligrosos, donde sus comunicaciones son restringidas y vigiladas constantemente), el 9 de enero de 2013 salió en libertad en espera de juicio. Mientras tanto toda la maquinaria del Estado se había puesto en marcha y ya en toda la prensa se señalaba a Alfon como un delincuente, incluso se publicaron falsos datos policiales suyos (denuncias por agresión, robos, etc…)

El 25 de noviembre de 2014, juzgaron a Alfon en la Audiencia Provincial de Madrid. No se pudo demostrar con pruebas que él portase explosivo alguno, ni tan siquiera que el material encontrado por la policía fuese el mismo que analizaron, ya que la cadena de custodia se rompió al menos en dos ocasiones, tampoco se especificó a quien pertenecían las huellas dactilares encontradas en la bolsa (que no eran de Alfon y no llevaba guantes), la cual transportaron los agentes en su coche particular dejándola en comisaria sin ningún protocolo de seguridad. Solo se dio veracidad al testimonio de los agentes que lo detuvieron. Y fue condenado por tenencia de explosivos.

En la actualidad, se encuentra en prisión, cumpliendo condena de cuatro años por tenencia de explosivos, en régimen FIES 3 BA (Fichero interno de especial seguimiento, nivel 3, Bandas Armadas), vigilado constantemente, sin intimidad porque leen sus cartas, escuchan sus llamadas (las pocas a las que tiene derecho) y piden informes de él constantemente. Está esperando que le trasladen otra vez de prisión, algo que hacen cuando un preso potencialmente peligroso crea un vínculo de amistad con otros presos.

Ahora es cuando leemos entre líneas. ¿Por qué Alfon? Muy sencillo: Alfon pertenece a un conocido colectivo anticapitalista y antifascista de Madrid, un colectivo que activamente lucha contra el fascismo y denuncia las injusticias y atropellos del Estado y del capital; y últimamente al Estado le molesta todo aquel/la que levante la voz contra él y el esquema económico que sustenta.

Y el caso de Alfon no es el único en el que confluyen denuncias falsas, pruebas rocambolescas o nulas, juicios circo, manipulación mediática para rebajar el componente político de los detenidos, etc… De hecho, la estrategia del Estado “últimamente” es ocultar detrás de los muros de las prisiones lo que no quiere ver, quiere mediante estas detenciones que el terror a La ley, a las consecuencias, sea mayor a las ganas de luchar y de hacer frente a un esquema económico desastroso y un sistema político que no reconocemos.

No es el único caso, no. Tenemos diferentes operaciones policiales desarrolladas en estos últimos dos años, con rimbombantes nombres, por ejemplo la Operación Pandora, una macro operación dirigida a “desintegrar una red de afinidad anarquista radical antisistema con el objetivo de realizar ataques terroristas”, decenas de detenidos, registros en viviendas, locales y centros sociales…

Por un lado, el caso de Mónica y Francisco. Detenidos por la supuesta colocación de un explosivo en la basílica del Pilar en Zaragoza y pertenencia a un grupo anarquista denominado Comando Mateo Morral. El juicio se está celebrando estos días, piden 44 años de prisión para cada uno, llevan en prisión preventiva en régimen FIES en espera de juicio desde el año pasado y las pruebas aportadas son de risa, fotos en las que no se les reconoce, comentarios en apoyo a presos anarquistas en redes sociales, usar mail en una cuenta de riseup.net, y haber sido involucrados, aunque absueltos, en el mayor montaje policial contra el movimiento anarquista en Chile

(podéis ver el documental sobre el Caso Bombas en el siguiente enlace https://vimeo.com/71302246 y ultimas noticias sobre el juicio http://kaosenlared.net/juicio-contra-el-terrorismo-anarquista-sin-imagenes-ni-testigos-del-autor-de-la-explosion-en-la-basilica-de-el-pilar/#.Vt80hBEvsNI.twitter)

Por otro lado el caso de los cinco compañeros del colectivo Vegan Straight Edge de Madrid. Detenidos  en noviembre del año pasado bajo el marco de la “Operación Ice” bajo la acusación genérica de «pertenencia a organización criminal con fines terroristas». En este caso, la Policía Nacional los considera «responsables del ataque con artefactos incendiarios contra cuatro sucursales bancarias de Madrid» y les tilda de pertenecer «a un grupo anarquista radical», el colectivo Straight Edge.

Actualmente dos de las cinco personas detenidas, Manuel y Borja, se encuentran en prisión preventiva (añadir que no se respeta su condición de veganos y no tienen acceso a una alimentación libre de sufrimiento animal). ¿Las pruebas? Difusión de vídeos artísticos y de grupos de música hardcore con contenido político (“apología de la violencia”, según la acusación), diversos panfletos y escritos contra el consumo de drogas y alcohol, y activismo en defensa de los derechos de los animales (“veganismo radical ultra ortodoxo”, según algunos medios de comunicación), organizar conciertos solidarios y eventos de carácter musical y tocar en un grupo llamado DSD (Diversión sin drogas).

Junto al caso de Alfon, estos son solo algunos de los casos que “últimamente” se han dado en el Estado español, pero podríamos enumerar más, por ejemplo la Operación Jaro (contra la juventud independentista galega), aparte de los desalojos de centros sociales en toda la geografía, registros de viviendas, persecución policial a diferentes movimientos sociales, etc, etc.

Quien haya tenido la paciencia o el estómago de llegar con la lectura hasta aquí, habrá observado que he entrecomillado la palabra “últimamente” varias veces, me explico. La he entrecomillado porque esto no es un caso nuevo de represión, desde la denominada operación contra el llamado “Triángulo anarquista del Mediterráneo”, allá por el año 2001, con numerosas detenciones por todo el Estado español, Italia, Grecia… estamos viendo una represión cíclica, con operaciones casi anuales buscando nuevos enemigos: islamistas, independentistas gallegos, animalistas, anarquistas… ¿la razón? Acabar con toda nota discordante, con toda chispa de lucha, reprimir cualquier intento de cuestionar su poder, su esquema… meter en el cuerpo de la gente el miedo a levantarse, a gritar, a desahogar sus ansias de libertad, hacer del mundo un lugar aséptico, monocromático, y con una ideología única.

Hemos visto cómo la prensa, junto a la policía, los jueces, los políticos… se han encargado de criminalizar todo aquel movimiento que les hace frente, que avanza luchando día a día, sin cobardía, a cara descubierta porque nadie ha ocultado sus anhelo de conseguir una vida mejor, de sentir que otro mundo es posible, de que el capitalismo no se reforma…

No voy a entrar en el debate de si mis compañeros (¡sí! los considero mis compañeros porque aunque no les conozca comparto sus ideales) son inocentes o culpables, esa es la tabla de medir del estado-monstruo-sistema, y yo no la reconozco; y no quiero entrar en ese debate porque la verdad que lo único que quiere hacer el sistema es desviar nuestras miradas hacia otro lado que no sea el de cuestionar la perpetuación de este injusto sistema de vida, económico, social y político.

No me extiendo más, cada cual actuará en conciencia, sacará sus propias conclusiones… Yo solo quiero a mis “compas” libres y junto a nosotros/as, disfrutando, creando, luchando en nuestros espacios, compartiendo sabores en los comedores veganos, gozando en los conciertos, haciendo familia más allá de los valores heteropatriarcales y el concepto cerrado, monstruoso y obsoleto de familia…

La revuelta se hace en la calle, en el trabajo, en casa, en la cama… en cada uno/a está el poder de subvertir el orden.

Salud, amor y rebeldía.

* Iñigo Hermosilla (Durango)

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