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El deporte beneficia a la persona que padece fibromialgia

PABLO ARANDA PAZ

Pablo Aranda 

 · Pablo Aranda (Durango, 1975) es médico deportivo

La fibromialgia es un trastorno que causa dolores musculares y fatiga (cansancio). Las personas con fibromialgia tienen dolor y exceso de sensibilidad en todo el cuerpo.  Se estima que en la población española la prevalencia de la fibromialgia es del 2,73%, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Esta patología puede manifestarse a cualquier edad, no obstante, es mucho más prevalente en las edades medias de la vida y se considera la causa más frecuente de dolor musculoesquelético y aunque se desconocen las causas que originan esta enfermedad, hoy en día se piensa que la fibromialgia se produce por una alteración de determinados neurotransmisores del sistema nervioso.

Por otro lado ciertos factores pueden estar relacionados con este trastorno, como acontecimientos estresantes o traumáticos, lesiones recurrentes, malestares o dolencias y ciertas enfermedades.

Además, las personas que padecen de fibromialgia pueden también tener otros síntomas, tales como dificultad para dormir, rigidez por la mañana, dolores de cabeza, periodos menstruales dolorosos, sensación de hormigueo o adormecimiento en las manos y los pies y falta de memoria o dificultad para concentrarse

El ejercicio físico se considera una de las principales estrategias en el manejo de las enfermedades crónicas. De hecho, mientras estas enfermedades reducen el nivel de actividad física e inducen efectos adversos en la capacidad funcional de los sujetos, un incremento en los niveles de actividad física puede ayudar a prevenir el empeoramiento de los síntomas y los efectos negativos sobre su calidad de vida.

Entre los efectos beneficiosos del ejercicio destacan la disminución del dolor, el aumento de la fuerza muscular, la mejoría de la calidad del sueño, la mejoría de la capacidad física y salud cardiorrespiratoria, la disminución de la fatiga, la mejoría del estado psicológico y el humor, y la mejoría de la función física global y la calidad de vida.

El primer estudio que demostró el beneficio del ejercicio físico en la fibromialgia se publicó en 1988. Desde entonces ha sido mucha la investigación que se ha hecho en este sentido. Se han empleado programas de ejercicio muy variados, incluyendo deportes acuáticos y en tierra, y utilizando ejercicios aeróbicos, de fuerza, de flexibilidad o una combinación de ellos.

Con la gran mayoría de los programas empleados se ha conseguido reducir los síntomas de la fibromialgia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Por ello, no es posible recomendar un programa de ejercicio concreto, sino que sólo podemos dar unas recomendaciones generales, derivadas de los estudios realizados hasta la actualidad.

La inclusión de pacientes con fibromialgia en programas de ejercicio físico ha permitido reducir los síntomas de esta enfermedad. Se ha conseguido disminuir la intensidad del dolor y la fatiga, aumentar el consumo de oxígeno, elevar el estado de ánimo, y los pacientes se sienten con más vitalidad y mejor calidad de vida.

Sin embargo, no todos refieren mejoría, pues alrededor de un 20% de ellos sufren empeoramiento de los síntomas de la fibromialgia y problemas músculos-esqueléticos. Esto destaca la importancia de que los programas de ejercicio físico deben aplicarse en conjunción con las otras medidas de tratamiento de la fibromialgia, incluyendo la medicación, la educación del paciente, el manejo del estrés y sesiones de relajación.

En este sentido, el ejercicio físico se considera como la principal estrategia no farmacológica en el tratamiento de la fibromialgia  y tiene como objetivo principal evitar el círculo vicioso entre el dolor, los trastornos psicológicos y la inactividad comunes en este síndrome, pero  para que este ejercicio sea eficaz, tiene que ser cuidadosamente prescrito y controlado. La intensidad del ejercicio debe ser tal que pueda derivar en efectos positivos del entrenamiento, pero no tan elevada como para incrementar los síntomas. Conseguir que los pacientes con fibromialgia inicien y mantengan un programa de ejercicio físico sigue siendo un reto.

De lo que no hay duda es de la importancia de individualizar los programas para este grupo poblacional atendiendo a sus diferentes niveles de afectación. La prescripción debería comenzar a baja intensidad y corta duración, para progresivamente incrementar ambos parámetros hasta el umbral de la fatiga.

Así pues, aunque los pacientes con fibromialgia no requieren en principio controles médico-deportivos más exaustivos ni profundos que la población general, si es interesante que acudan a un especialista para poder pautar de manera mas individualizada y correcta sus planes de ejercicio físico y poder hacer un completo seguimiento y evaluación de la evolución de los mismos.

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