Mi homenaje a los fallecidos en el accidente de avión en Oiz

Iñaki Uribesalgo

· Iñaki Uribesalgo (Iurreta, 1969) es florista

Un año más, me parecía oportuno recordar el accidente de aviación ocurrido en el monte Oiz, del que el pasado domingo día 19, se cumplió su 32 aniversario. Al igual que en años anteriores, me apetecía mucho llevar un pequeño recuerdo: un pequeño ramo de flores para el panteón que hay en el cementerio de Derio y que está dedicado a todos los fallecidos en el accidente aéreo; y otro ramo a la cima de la montaña.

Recuerdo una pequeña anécdota que me contó un pariente mío, que por aquellos años del accidente, él, y por motivos de trabajo, viajaba mucho en avión y que conocía muy bien este tipo de avión, el Boeing 727.

Me explicó que de vuelta de unos de sus viajes internacionales, al tomar el vuelo de Madrid hacia Bilbao, se dio cuenta de que iban muy bajos, muy próximos al suelo. A pesar de la escasa neblina que se apreciaba en aquel instante, le extrañó ver un Land  Rover y a dos personas perfectamente, incluso pudo ver, me relató, con perfecta claridad la rueda de repuesto que llevaba el vehículo en la parte trasera.

Él se preguntaba cómo era posible esa cercanía con el suelo si ni siquiera les habían dado orden desde cabina de que se abrocharan los cinturones de seguridad… Pero cuál fue su sorpresa cuando pudo observar la antena de televisión que corona el monte Oiz, pudiendo apreciar la escasa distancia entre la entena y el avión en el que viajaba.

El asombro fue total.  Y yo me pregunto: ¿Merece la pena arriesgar tanto por no volar unos metros más alto o unos metros más hacia la izquierda o derecha, sabiendo que tenían un gran obstáculo, como es el monte Oiz de 1.026 metros de alto más otros 40 metros de antena? ¿Aquel fatídico 19 de febrero de 1985, martes de Carnaval, pudo ocurrir lo mismo? ¿Se pudo haber evitado?

¿Cómo es posible que, como decía, un monte de 1.026 metros de altitud como es el Oiz, con 40 metros de antena sobre la cima, y a tan solo 25 kilómetros del entonces aeropuerto de Sondika no apareciera en las cartas de navegación de aquella época?

Gran error que no se debe de repetir.

Quiero agradecer a María Ángeles y a Paloma, esposas de dos de los ocupantes del avión Alhambra de Granada, que desde Madrid han tenido la amabilidad de contactar conmigo y darme las gracias por el gesto que suelo tener cada año. Les envío un fuerte abrazo, desde Bizkaia para ellas y sus familias.