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El Landismo vive, la lucha sigue

BIXEN

Vicente Carrasco ‘Bixen’

Ya conté por aquí [1] que a veces los “svartskallar” (cabezas negras, larru beltzak esaten dana) nos juntamos con otros como nosotros para hablar de nuestras cosas. Y por un motivo o por otro siempre es un disparate.

Después de esta quedada me quedé con la duda de si es que el sur de Europa además de estar mandando todos sus médicos, ingenieros y arquitectos está mandando también a sus poetas, que se quedan fríos si no les tocan el corazón aunque sea con una pala, si no pueden traducir a Góngora o a Lorca sobre el terreno, si no pueden cantarle a su vikinga una del Serrat, una jota de estilo, aunque sea cantarle una saeta a un semáforo. Algo.  Se quedan, en definitiva, huecos tras el lance amoroso.

Que sí, que lance es. Pero da bajona. Y beben. Y todo lo cascan.

Días atrás, uno de los (vamos a decir) tertulianos parecía estar entre confundido y mosqueado y además la cosa iba a más con las cervezas. Que sólo liga con fachas, dice. Siempre hay alguien sentado en la mesa que no liga ni el “pil-pil” y se lo toma por lo personal, así que hubo revuelo. Ahí hubo revuelo. Pero el revuelo acabó y se pudo indagar.

Resulta que hace un par de años nuestro protagonista, el hombre del momento al que llamaremos Jeremías porque no se llama así pero le va al pelo, quedó con una chica (no sabemos a partir de qué edad se empieza a decir mujer y Jeremías los 35 ya no los cumple) que por lo visto todo muy bien. O casi todo, como luego se verá. Porque antes de quedar a tomar algo le hizo prometer a Jeremías que no es comunista.  Comunista de carnet yo no sé si es, pero que es más rojo que la grana sí lo sé.

Que es más amigo de los hechos que de las palabras, también. Más que Durruti. Que si fuera catalán sería de la CUP y si fuera vasco llevaría camisetas de gondolero y estaría discutiendo de política todo rato, sobre todo con la gente con la que estuviera más de acuerdo (como debe ser).

Jeremías no se lo tomó en serio y le dijo que sí, que muy bien. Que a las 6 entonces en tal sitio. O no se lo creyó o no lo entendió con la erección, todo puede ser. El caso es que la tipa se lo llevó a una zona de Estocolmo donde sucede que el bar es bar, hotel y edificio monumental, todo muy fino y muy caro, se pusieron como Las Grecas y cuando llega la hora del cierre (del bar) le dice:

“Bueno, tengo claro que no eres un sicópata, un violador en serie y si estás loco estás loco lo normal, como todo el mundo. ¿Quieres venir a casa a beber un poco de vino? Pero que te quede claro que el sexo está totalmente descartado”.

El taxista que los llevó a una zona residencial del norte de Estocolmo se tiró todo el viaje echando pestes de los taxistas que no son suecos y dan un servicio de mierda. Total, Jeremías, a pesar de ser un inmigrante, llega de una pieza a sentarse en el sofá de su anfitriona, que le planta delante una copa de vino del tamaño de un chupito de martes y una copia inmensa de “The Black Book of Communism”, que es donde te cuentan los de los 100 billones de muertos del comunismo. O igual son trillones. No sé.

“Oye, al final lo de que el sexo estaba totalmente descartado iba en serio”, dijo el otro. Hasta Jeremías rió la ocurrencia. Pero porque estaba un poco manga ya, yo creo.

No contenta con lo del libro, sin muchos preámbulos le intenta explicar que los de SD no son nazis. Sverigedemokraterna (Demócratas de Suecia) es uno de esos partidos de ahora que dicen ser identitarios, nacional-populistas y todas esas mandangas, la ultraderecha moderna que abunda en toda Europa y que en este caso particular surge de darle una capa de barniz a una mezcla de extremismo de derechas y los bestias del “White Power” de toda la vida; ahora mismo tienen 49 cerdos sentados en el parlamento sueco. Entre sus filas hay muchísimos que hace 20 años celebraban el Uno de Mayo con banderas con la cruz gamada e iban dando palizas por la calle y ahora van con traje y corbata negras y camisa blanca. Se suele decir que no salen nunca de manga corta para que no se vea que muchos de los líderes llevan todavía todos los brazos llenos de tatuajes nazis.

Hace poco un periodista se molestó en desmontar las memeces que dicen sobre la tasa de delincuencia entre los inmigrantes de primera y segunda generación y compararlas con la tasa de criminalidad (condenas en firme) entre miembros destacados y líderes de SD. Resulta que entre las filas de SD hay una tasa tres veces superior a la media de la población sueca de crímenes violentos como tenencia ilícita de armas, homicidio, violencia doméstica, asalto y cosas tan exóticas como uno que fue detenido con una bomba de mano en el bolsillo a escasos metros de un diputado comunista, o gente que ha saqueado depósitos de armas de los que el ejército sueco tenía por ahí en los bosques por si los rusos y tal.

Pero que no. Que no son nazis. Que un amigo suyo del servicio secreto, una amiga suya juez y un familiar suyo alto cargo de la policía le dicen que no, que lo tiene ella hablado con todos.

Vamos, un triunfo por todo lo alto.

Y lo bueno es que ha pasado otra vez. Hace cosa de un mes según nos dijo se encontró hablando con una mujer que por lo visto no se parecía en nada a ninguna mujer que él esperara que le dirigiera la palabra siquiera. Nos enseñó dos fotos (que para eso está Facebook) y vaya, creo que yo hubiera pensado lo mismo. O hubiera pensado que es un cebo puesto por los extraterrestres. O que tiene pene. No sé. Nunca me ha pasado algo así. Una cosa muy exagerada de guapa y de todo. Por lo visto estuvo viviendo varios años en Italia, va siempre que puede y le encanta la cocina de allí, habla italiano y encantadora. Un fichaje.

Y ahí pegaron la hebra y todo muy bien; y como en Suecia todo el mundo es muy leído pues siempre tienes por dónde tirar por ese lado. ¿Y qué libro es el último que te has leído?, preguntó Jeremías. “Una entrevista-biografía de Berlusconi”, sentenció el ser de luz.

Hubo ahí un momento de chacota general, pero Jeremías logró hacerse valer y argumentar que la señal de peligro estaba ahí y bien grande, pero al fin y al cabo vete tú a saber, podía ser un interés sincero de leer al enemigo, una periodista con la curiosidad que se les supone a los cuatro decentes que quedan, quizás una devoradora de libros. Hay tantas razones para leer como lectores. Así que le dijo que se moría de ganas por saber su opinión sobre Berlusconi, esperando encontrarse alguna explicación del estilo de “hay soluciones en el sur que no funcionarían en el norte” o algo así, que sin ser bueno lo mismo tendría un pase. Pero qué va.

Le soltó que le daba mucha pena que la gente se centrara en que Berlusconi hubiera tenido “affaires” con muchas mujeres y dejaran de lado todo lo que había hecho por la política mundial. Mundial.

⁃     ¡Mundial! ¡La política mundial! ¡Vamos, que es como José Mujica pero engominao!

Clamaba nuestro Jeremías, que ya le encontraba la gracia a todo.

– ¿Y qué hiciste con la ragazza, si se puede saber? – Quiso indagar el que llegaba con cervezas a la mesa y parecía que no se estaba quedando con la copla.

– ¿Qué iba a hacer? Salí de allí por patas lo más rápido que pude, no fuera que acabáramos en su casa y me viera como la otra vez: palote, delante de un vaso (pequeño) de vino malo y de un libro de mierda.

Debido a mi trabajo puedo decir cosas del estilo de “eh, pero ahí tiene que haber un patrón, ¿no?”, sin quedar como un capullo al insinuar que es que se lo va buscando, que es lo que en parte quería decir, claro.

Y sí que hay un patrón. Cuarenta, cuarenta y pocos, una mujer súper atractiva que en un momento un otro de su pasado ha tenido un contacto estrecho con el sur de Europa y hace más o menos años se dejó por allí un Alfredo Landa sin atacar, un “Stasera mi butto” sin bailar o una circunnavegación de Menorca sin dar.

Y aquí tenemos chilenos a espuertas, hombrones de la antigua Yugoslavia como para construir otra vez todas las pirámides y ya si nos vamos más al sur estamos hablando de ejércitos completos. Pero como son señoritingas de derechas se figuran que todo lo que hay al sur de donde se cocina con ajo y aceite de oliva es gente que si les dices que te traigan pollo para cenar van a la alacena a por la cerbatana, se ponen el taparrabos de forro polar y se van por ahí a intentar cazarlo ellos mismos. Y eso sí que no, tía

Cuando iba de camino a casa con Kokein a toca castaña (que es una cosa que aquí se estila mucho, por lo menos que yo sepa) caí en la cuenta de que en el momento de juntar las piezas y crear el patrón se nos pasó incluir una cosa que Jeremías soltó con la boca pequeña.

Ropa interior de color carne como la de Bridget Jones.

Pero vamos a ver. Si al final te quedas a dos velas, ¿cómo sabes tú, pájaro, de qué color tienen estas damas la ropa interior? ¿Tú estás seguro de que lo que te jode es que sólo ligues con fachas o es que lo pasa es que no te llaman porque tú de Alfredo Landa en sus mejores tiempos tienes poco?

Que no sé si esto último es bueno o es malo. Pero vamos, que a veces lloramos y no sabemos por qué. O no lo queremos saber.

[1]

Nosotros, los ‘cabezas negras’, ‘larru beltzak’

 

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