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Tras las bombas del 31 de marzo, su candidatura

Gorka Arevalo

Gorka Arévalo 

· Filósofo durangués con máster en Periodismo

La mirada del forastero, tan impertinente —y a menudo, claro está, desinformada, superficial y prejuiciosa—, es absolutamente necesaria para completar la del paisano —que no pocas veces está también contaminada por prejuicios localistas, xenofobias arraigadas y paletismos de todo tipo—. Si los demás no nos miran, no existimos. Las identidades se construyen mediante la confrontación de miradas: si los viajeros románticos no hubieran escrito sobre España en los siglos XVIII y XIX, percibiríamos el país de una manera completamente distinta. No hay una forma correcta de mirar una sociedad y solo equivocándonos entre todos podremos, alguna vez, acertar un poco a entender qué diablos somos y cómo queremos convivir, pues de eso va la democracia y de eso deberían ir estas elecciones.

El vicio de los cerdos: un apunte apresurado sobre la candidatura de Vox a Durango.

Hace menos de un mes recordábamos aquel 31 de marzo en el que las bombas caían sobre nuestra villa. Ahora, los que vienen son los herederos ideológicos. Vox se presenta en Durango con una lista completa.

Muchas nos preguntamos qué hacer. ¿Qué puede hacerse? La experiencia general del estado nos da cuenta de que es mejor no hacer nada. Los cerdos, acostumbrados a revolcarse en el barro, quieren vernos junto a ellos. Vox vive en la negación.

La extrema derecha ha conseguido moverse en un plano marginal respecto al resto de los partidos. Y es ahí donde se ha reforzado. Cada ataque y cada negación han alimentado el victimismo en el que se hacen fuertes. Aquellos que defienden el statu quo pretenden presentarse como rebeldes y perseguidos. No por nada se habla de ellos como ganadores ausentes de los dos debates que han acontecido esta semana.

Sabemos por experiencia qué es lo que consigue la derecha española en Durango, pasa anecdóticamente. Un ataque frontal —dialéctico o no— a Vox no cambiará nada en la villa. El fracaso electoral es inminente aquí, pero puede reforzar su postura allá. Ya lo hizo con Balmaseda.

Este no es un llamado a la pasividad, la inacción. Sino un llamado a la calma, a dejarles hacer y a prestarles la atención que se merecen: Ninguna.

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