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MANIFESTACIÓN PRO HASSANA AALIA EN BILBAO | Juanma: «En la cárcel de Tetuán teníamos 40 metros cuadrados para 92 personas. Me traje tuberculosis»

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Presos saharauis con otros internos en una cárcel marroquí. | PHOTO | Blog Cárceles marroquíes

MUGALARI ha contactado con un español que sufrió durante un año la cárcel de Tetuán, Marruecos. Se llama Juanma, nombre real o no, eso da igual. Le hemos pedido que nos escriba lo que le sale del corazón sobre su trágica experiencia. Todo ello con motivo de la inminente posible entrega del Gobierno español, del Ministerio del Interior, del joven saharaui bilbaino Hassana Aalia al Reino de Marruecos.

Tan solo queda una semana de lucha de apoyo por la obtención del asilo político de estudiante de 26 años condenado a cadena perpetua por haber participado en el campamento de la dignidad Gdeim Izik en 2010.  El próximo sábado, 31 de enero, habrá una manifestación nacional vasca por sus derechos fundamentales al mismo tiempo que por la libertad de los presos y presas políticos saharauis en Bilbao, ciudad en la que reside. El inicio de la denuncia será a las cinco de la tarde en la plaza del Arriaga.  «Ante esta violación de Derechos Humanos, Hassanna nos necesita: Todos y todas con Aalia», hacen llamamiento los organizadores.
Puedes firmar en su apoyo aquí:

https://secure.avaaz.org/es/petition/Ministro_del_Interior_del_Gobierno_de_Espana_Concesion_de_asilo_politico_para_Hassanna_Aalia/?cwpVpdb

 

Irribarrez

 

Eñaut Aiartzaguena (@Irribarrez)

 

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Antes de publica el testimonio escrito de Juanma:

– ¿Conoció a algún saharaui en la cárcel?

«Saharauis no conocí ninguno, lo que sí te puedo asegurar es que yo estoy seguro de que Hassana Aalia lo pasaría fatal entre la mayoría de los presos que yo conocí en Tetuán porque el odio es grande, llevan muy mal el tema de Ceuta y Melilla con que imagina el saharaui».

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Juanma

Juanma

Corría el año 2009, era un diciembre frío y duro para todos pero de manera especial lo era para un albañil, inmersos como estábamos en plena crisis, especialmente cebada con el sector de la construcción. Como tantos otros me dejé llevar por los cuentos de hadas que me ofrecían desde una organización dedicada al comercio del hachís en España: “esto es muy fácil”, “está todo controlado”, “sólo es cuestión de dinero y tenemos pagada la salida en Marruecos”, “si algo fuese mal nosotros nos hacemos cargo de todo” y así hasta el infinito.

Como es fácil imaginar, la cosa no salió bien y caí en la misma frontera marroquí y desde el primer momento quedó claro que sabían la cantidad, el lugar donde iba oculto, es decir, se trataba de un chivatazo. Pero bueno, no es el tema que quiero tratar ahora mismo, eso sí, aconsejaos a todos que no os dejéis llevar por el ansia del dinero fácil, el porcentaje de mentiras y traiciones es muy alto, os lo puedo asegurar.

Lo que me gustaría tratar un poco es la vida que me tocó llevar a partir de ese momento. Desde el mismo momento de la detención eres tratado peor que a un animal, a empujones y amenazas de que te calles la boca o te la cierran ellos, por supuesto aquí no vale lo de las películas:”tiene derecho a un abogado…” Una vez esposado te revientan el automóvil y te roban absolutamente todo, hasta los caramelitos de menta que llevas en la guantera.

Te quedas perplejo cuando ves el estado de tu coche del que sólo tú sabes lo que te queda por pagar al banco y que además no puedes reclamar ni abrir la boca.

Eres trasladado a una comisaría, donde siguen registrando las pocas pertenencias que te quedan y si encuentran algo que a ellos les interese, pues ya sabes…luego te meten en una celda oscura y sucia, las letrinas son de la conocidas como turcas, las del agujero en el suelo, que aquí están tapadas por unas mantas para evitar la salida de ratas, tienes que elegir entre tapar el agujero por si te duermes y sale un roedor de esos o pasar frío. Por la mañana eres conducido ante los policías que van a llevar tu caso, un chulito que te “toca” la cara continuamente y un “gorila” que amenaza y gruñe. Entre otras cosas te colocan una venda en los ojos y piden una botella de “cola” para metértela por ahí…

Cuando aparece el representante de la Embajada Española te preguntarán si has recibido malos tratos… ¡tú mismo!

Desde el minuto cero te roban todo lo que tiene valor comercial para ellos y lo que no también, la policía y los funcionarios de la cárcel, luego siguen haciéndolo tus ”compañeros”  protegidos por los propios funcionarios. Para que os hagáis una idea, el jefe de mi “chambre” era un policía secreta que manejaba la heroína que se vendía en la cárcel, bueno la heroína y todo lo que diera algún beneficio económico. Esa “chambre” tenía unos 40 metros cuadrados como mucho y en ella llegamos a residir 92 personas encerradas día y noche, en su interior había que asearse (sólo disponías de una letrina y un grifo), cocinar y comer (la comida del centro era…vamos a dejarlo ahí), dormir (también las plazas tenían su precio)… En concreto los viernes cerraban la puerta a las 5 de la tarde y no abrían hasta el lunes a las 10 de la mañana y ahí estábamos “conviviendo” todas esas personas entre las que se encontraban, tres o cuatro españoles o europeos, yonkis, asesinos, violadores, etc… Os podéis hacer una idea, ¿verdad?

Lógicamente todo está bajo control, te llevan a lo peor que puedas imaginar para que si dispones de medios económicos vayas pagando para acceder a las “chambres” consideradas algo más dignas por los privilegios que en ellas vas a encontrar, eso sí, cada cosa tiene un precio, no lo olvides…en las cárceles de Marruecos puedes tener de todo, siempre y cuando pases antes por taquilla. Todo está controlado por los funcionarios, por el director de ellos que se encarga de repartir como “jefes” a los que les interesan y por el “servicio de espionaje marroquí” que funciona a la perfección. Allí lo que prevalece es el miedo, los malos tratos son continuos, especialmente sobre la población autóctona, a los extranjeros no suelen maltratarlos en las cárceles, con saquearlos es suficiente. Los presos que cometen alguna “infracción” son llevados a celdas de castigo donde con mangueras de caucho son golpeados en las plantas de los pies hasta el agotamiento. Esas mangueras las portan los funcionarios durante su servicio y constantemente están dando toquecitos al personal.

Ese miedo les lleva, lógicamente, a ser unos confidentes perfectos para su sistema penitenciario, basado en el terror, ser funcionario es uno de los mejores negocios en Marruecos.

Para que te hagas una idea, en todo el centro penitenciario en el que yo residí por un año, no había una triste silla o banco donde sentarte, por no decir de servicios como gimnasio, biblioteca, sala de juegos o tv… de todo eso nada de nada. Por no tener no tienes ni un servicio médico digno, yo quise hacerme un simple análisis de sangre y me dijeron que imposible, que si acaso con dinero mediante podían tratar de llevarme a un hospital, pero sería muy difícil, muy complicado…muy caro vamos. Entre los recuerdos que me traje de Marruecos hay una tuberculosis.

Eso sí, droga en el interior de las cárceles marroquíes toda la que quisieras y del formato que deseases.

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