PRIMER CONCIERTO · Nebrashka, el sonido dolorido de la reserva nativa americana
I. Gorriti
Desvirgados. Los cinco Nebrashka han dado esta tarde su primer concierto como banda y se han estrenado con buena nota ante un público que les ha aplaudido y respondido como merecen. No llegan a dinosaurios -por la edad-, pero son viejos perros del rock y punk de Durangaldea.
Debo confesar que he disfrutado con ellos tanto durante las once canciones del repertorio tocado en Berrizko Kultur Etxea como al finalizar el concierto y quedarnos hablando de viejas historias. Pero la nostalgia no ha empañado su repertorio, el renovarse de su propuesta. El bolo ha comenzado con dos canciones que -quizás a ellos les suene extraño- pero ha sido un inicio de reserva de nativos americanos, aquellos a quienes se les llama de forma errónea indios. Tambores de guerra sonora.
El set ha continuado con Animaliak, canción que ya conocíamos de su lustroso single, quizás la más amable en sonido para cualquier oído y la más común para el público acostumbrado al rock euskaldun de emisora de radio. Según íbamos haciéndonos al sonido Nebrashka, percibíamos que los timbales comenzaban a perder el protagonismo inicial y el chaston pedía ritmo más punk-rock. Entretanto una versión de Nirvana, que ha metido más al público en el concierto y tras Gure etxea suena Ons… Quienes hemos seguido las trayectorias de estos músicos desde años atrás en grupos como Perros del Diablo, Tuesday Evenings, Sermonds o Yoko Out pronto hemos pensado que esta canción es ingenio de Joserra, exlíder de Sybaris. Su gusto por el punk-rock melódico volvía a los escenarios. Su Telecaster da brillo al grupo, al que el otro seis cuerdas Biziush aporta la tensión y la ilusión perenne, y Markus sostiene muy bien las líneas de bajo. Alain atiza la batería incesante y Bastida se impone ante ellos con su potente voz con sello personal con cadencia al timbre del dolor, lo que aporta más esencia, raíz.
· Religión mala · A continuación, versión de Bad Religion, la segunda cover de la noche para el disfrute de todo el público, con una docena de niños y niñas también presentes. Y tras esta ciaboga, la txanpa final: Imajinatzen y Bizimina -primer single sobre el cáncer-, dolor vestido de potencia para tímpanos empáticos. «Paz, amor y empatía», lema que hizo famoso Kurt Cobain.
Tan solo una hora antes de todo esto, la banda se presentaba en la bonita sala para dar su primer concierto. Iban a tocar en un formato llamado de 360º. Es decir, el quinteto en forma de círculo sobre el escenario y el público de pie alrededor de ellos. El tablado vacío quedaba con solo los instrumentos sobrio pero elegante. La casa de cultura no ha decorado el stage como lo suelen hacer con otras formaciones, pero tampoco hacía falta. Es más, pensando sobre ello mientras regalaban un merecido beste bat, recordábamos cómo el grupo Fugazi obligaba que en sus concierto solo hubiera luz blanca y tenue. No hacía falta más. Hoy lo necesario ha estado presente: su público, un público a la altura.
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