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RAFA HIDALGO

Rafael Hidalgo

De la misma manera que a un buen marino se le distingue cuando ha sido capaz de salir airoso de duros temporales, a un Gobierno igualmente se le reconoce su buen hacer si las difíciles situaciones que se presentan durante su mandato las solventa con holgura.

No ha sido este el caso del manejo del tema del coronavirus, por parte de nuestro gobierno autonómico, porque entre otras cosas, pese a contar con un departamento de régimen jurídico en el área de salud, el Tribunal Superior de Justicia del País Vaso (TSJPV) les ha echado el toro al corral los decretos en los que se definen las circunstancias de cierres de establecimientos en el sector de hostelería, varapalo del que ahora nuestro Gobierno escurre el bulto (algo en que hay que reconocer su maestría) manifestando que «cree especialmente grave que los jueces valoren riesgos sanitarios» echando al tribunal a los leones, obviando que este juzga en base a la leyes existentes.

Primero porque el Departamento de Régimen Jurídico tenía que haber alertado al ejecutivo que las leyes vigentes no amparaban el cierre de la hostelería. Segundo porque de haberlo hecho habrían tenido un año para elaborar y aprobar leyes al efecto, que entre otras cosas para eso está el Parlamento en el que es mayoría.

Curiosamente el director del departamento citado, a la vez que consejero del LABI, es el cesado por su curiosa e interesada interpretación del decreto de confinamiento, suceso que se ha convertido en la ceremonia de la confusión ( y van…), cuando tras conocer la «escapada» del susodicho, el Gobierno, el nuestro, defiende la legalidad de su acción para pocas horas después cesarle precisamente por lo contrario.

Para echar todavía más barro sobre ese lamentable asunto, el portavoz del gobierno se descuelga con una cita para enmarcar cuando manifiesta acerca del decreto de confinamiento «que tal vez puedan existir dudas respecto de la letra, pero no en cuanto al espíritu del mismo» comentario al que cabe responder,  ¿pero qué mierda de decreto es ese que hay que apelar a su espíritu y no a su letra?

A lo dicho, nuestro gobierno a través de sus dudas, vacilaciones, contradicciones, falta de transparencia, lentitud y falta de rigor, no se está haciendo acreedor ni siquiera a un aprobado raspado en el manejo de este tema del coronavirus.

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