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Eskerrik asko, Kurutzi, zure lan onagatik

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Mikel Uriguena

 

Amama Aure, con dos hijas y grandes dificultades económicas al quedarse viuda, siempre puso a Kurutzi como ejemplo de mujer que, pese a tener que trabajar para contribuir a sacar adelante a su familia, decidió estudiar. A sus hijas les contaba con ilusión cómo Kurutzi estudiaba por su cuenta o cómo mientras trabajaba se había sacado el bachillerato  estudiando de noche. Mi amama deseaba que sus hijas no dejaran los estudios, que se formaran y pudieran ser mujeres independientes y qué mejor forma de lograrlo que poniendo de ejemplo a alguien tan cercano y tan admirado.

 

Y es que  Kurutzi nació en el fatídico 36, lo que significa que su infancia discurrió en las épocas de feroz represión, de racionamiento, de un entorno político en el que todo conocimiento y cualquier atisbo de inquietud cultural era objeto de sospecha.   Haciendo frente a todas las dificultades que representaba ser hija de una familia numerosa sin grandes recursos económicos y trabajando desde temprana edad, en pleno franquismo, su pasión incesante por el conocimiento le llevó a estudiar el bachillerato, a licenciarse en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Deusto más tarde y a doctorarse años después, ya en la plenitud adulta de su labor investigadora. Seguramente sobran dedos de una mano para contar en Durango a las mujeres universitarias de su edad, y más, a las que obtuvieran la máxima cualificación académica.

 

Esta duranguesa de Madalenoste nacida en Lemoa, llegó por su tesón y su esfuerzo a lo más alto en el campo de la etnografía vasca. En su carrera como etnógrafa dos hitos marcaron su camino: su colaboración temprana con On Joxe Miel de Barandiaran y su labor junto a Ander Manterola en un trabajo extenso y profundo desarrollado a lo largo de cinco décadas.

 

Kurutzi ocupó cargos de relevancia en Etniker, en el Instituto Labayru, en Eusko Ikaskuntza. Ejerció como profesora y participó en abundantes investigaciones de las que  sus artículos y libros publicados dan prueba fehaciente.  Trabajó incansable hasta el final.

 

Todo ello la convierte en un ejemplo de mujer que rompió moldes y que, partiendo desde abajo, llegó hasta lo más alto. Por eso, hoy, este pleno del ayuntamiento decide otorgarle el título de Hija Adoptiva de Durango. Porque al igual que ella dedicó largos años a rescatar, y cito textualmente, “una cultura que se nos escapa de las manos”, este ayuntamiento  quiere hacer lo propio con lo que ella representa. Un pequeño homenaje para que su trabajo no caiga en el olvido y para que las generaciones futuras sepan que hubo una mujer, entre tantas, que en vez de arrugarse frente a las adversidades, eligió un camino más difícil pero que le apasionó. Un camino valioso tanto para ella, como para su comunidad. Y como de bien nacidos es ser agradecidos, qué menos que este pueblo, que ella consideraba suyo, le devuelva un poquito de todo lo que nos dio.

 

Eskerrik asko, Kurutzi, zure lan onagatik. Durangok ez zaitu ahaztuko.

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